lunes, 22 de junio de 2015

Citas de granadas



He optado por poner las citas en un orden cronológico, de manera tal que podemos analizar el comportamiento de la gente que escribía en relación a la comida a través del tiempo. El seguimiento cronológico de esta página está determinado por la fecha de deceso de la persona que pronunció “Su cita”, de esa manera podemos verificar si alguna fue apropiada o acreditada en épocas posteriores por otro (lo que hoy llamamos plagio). Las “Citas” mencionadas en los libros figuran con el año que se imprime ese libro o, en su variante, con la muerte del autor del mismo (he optado por colocarlas de esa manera). Si a alguien se le ocurre alguna forma de mejorarlo, humildemente gracias!!!.

Citas

“Sus mejillas son como la flor del granado y sus labios jarabe de granadas de su pecho de plata brotan dos granadas”
Antiguo poema persa.

S X a. C.
“Tus labios como hilo de grana,
Y tu habla hermosa;
Tus mejillas, como cachos de granada detrás de tu velo.”
Cantar de los cantares de Salomón (Capítulo 4)

“Tus renuevos son paraíso de granados, con frutos suaves,
De flores de alheña y nardos;
Nardo y azafrán, caña aromática y canela,
Con todos los árboles de incienso;
Mirra y áloes, con todas las principales especias aromáticas”
Cantar de los cantares de Salomón (Capítulo 4)

 “Como cachos de granada son tus mejillas
Detrás de tu velo”
Cantar de los cantares de Salomón (Capítulo 6)

 “Al huerto de los nogales descendí
A ver los frutos del valle,
Y para ver si brotaban las vides,
Si florecían los granados”
Cantar de los cantares de Salomón (Capítulo 6)

 “Levantémonos de mañana a las viñas;
Veamos si brotan las vides, si están en cierne,
Si han florecido los granados;
Allí te daré mis amores.“
Cantar de los cantares de Salomón (Capítulo 7)

 “Tú me enseñarías,
Y yo te haría beber vino
Adobado del mosto de mis granadas.“
Cantar de los cantares de Salomón (Capítulo 8)

S VII a.C
“Hija, ¿no habrás acaso tomado algún manjar mientras estabas abajo? Dímelo, no lo ocultes, para que ambas lo sepamos. […] si hubieras comido, yéndote de nuevo a las profundidades de la tierra, habitarás allí la tercera parte de cada año, y las otras dos junto a mí y los demás mortales. […] A su vez, le respondió la hermosísima Perséfone:
Pues bien, madre, te lo contaré todo sin engaño […] hades me trajo a escondidas unos granos de la granada, manjar dulce como la miel, y a pesar mío, por la fuerza, me obligó a comerlos.”
Homero, obra Himno homérico II, diálogo entre Perséfone y Deméter, tras el rapto de Hades.


“Yo te llevaría a la casa de mi madre, te haría entrar en ella, y tú me enseñarías...Te daría de beber, vino aromatizado y el jugo de mis granadas.”
Cántico de los cánticos de la Biblia

S IX
¿No da gusto ver esa pasta fina, ligera, dorada y rellena de almendra, azúcar y granada, esa pasta de katayefs sublimes que hay en ese plato?
Obra Las Mil y una noches (32ª noche)

1597
JULIETA: ¿Te vas ya? Aún no es de día. Ha sido el ruiseñor y no la alondra el que ha traspasado tu oído medroso. Canta por la noche en aquel granado. Créeme, amor mío; ha sido el ruiseñor.”
William Shakespeare, obra The Most Excellent and Lamentable Tragedie of Romeo and Juliet, Acto III, escena V.

1906
Les magrandes flamejants (Els fruits saborosos).

És nit; sola i plorosa diu la muller d’Alcides:–Oh Hera, gran deessa, atén-me, cor a cor,abans que a Zeus recaptin tes flaires exquisidesi el seu esguard et volti de rierades d’or.
Car t’és plaent de veure, en les suaus brandades,com tremen, com es lliuren els cossos matronals,i que les veus s’apaguin, de tan enamorades,i s’ompli de victòries el tàlem deIs mortals.

I sola presideixes, del cim de la claror,l’aürt de les mirades en lluita prest encesa,i ara t’arbores, ara t’ajeus en la peresaal cobri de la roda de neu del teu pagó.

Allunya’m, protectora, les hores malastrugues:ma veu i mes petjades sols troben solitud,i la mateixa llàntia fa pobres pampalluguescom si, per enyorança, li demanqués virtut.

Aquelles nits enyoro d’enfosquiment tan clar,quan queien flors deIs arbres que el ventijol despara,quan ell la cara meva prenia vers sa carai el braç me’n queia, sense la força d’anusar.

Encén el bell furor, oh Hera, amb ta mirada;que sigui aquest silenci batut per so rabent.La vella porta espera la seva revolada;mon cos demana els besos que ajupen com el vent.

Alcides, en collir-me, dels braços meus diguéque eren una garlanda, tota florida.Oh Hera, en sa tornada l’estrenyeria béi fóra ma garlanda potent com una brida.

I despullant, de dia, les hores i els jardins,en premi de les teves volences sobiranes,tos temples ornaria de flamejants magranesque, ben ferides, llancen un xàfec de robins.

Josep Carner, poeta novecentista catalán, hace referencia a la granada en su poema. Durante todo el poema se hace referencia a Hera (diosa griega del hogar y del matrimonio), pues ésta frecuentemente aparece representada con una granada en la mano. En la penúltima estrofa, se hace referencia al matrimonio, ya que en la época grecolatina, las novias se decoraban la corona con flores de granado.


1914
“¡Qué hermosa esta granada, Platero! Me la ha mandado Aguedilla, escogida de lo mejor de su arroyo de las Monjas. Ninguna fruta me hace pensar, como ésta, en la frescura del agua que la nutre. Estalla de salud fresca y fuerte. ¿Vamos a comérnosla?. ¡Platero, qué grato gusto amargo y seco el de la difícil piel, dura y agarrada como una raíz a la tierra! Ahora, el primer dulzor, aurora hecha breve rubí, de los granos que se vienen pegados a la piel. Ahora, Platero, el núcleo apretado, sano, completo, con sus velos finos, el exquisito tesoro de amatista comestibles, jugosas y fuertes, como el corazón de no sé qué reina joven. ¡Qué llena está, Platero! Ten come. ¡Qué rica! ¡Con qué fruición se pierden los dientes en la abundante sazón alegre y roja!.
Juan Ramón Jiménez, obra Platero y yo.

1920
Es la granada olorosa
Un cielo cristalizado.
(Cada grano es una estrella,
Cada velo es un ocaso).
Cielo seco y comprimido
Por la garra de los años
La granada es como un seno
Viejo y apergaminado
Cuyo pezón se hizo estrella
Para iluminar el campo.
Es colmena diminuta
Con panal ensangrentado,
Pues con bocas de mujeres
Sus abejas la formaron.
Por eso al estallar, ríe
Con púrpuras de mil labios…
La granada es corazón
Que late sobre el sombrado.
Un corazón desdeñoso
Donde no pican los pájaros,
Un corazón que por fuera
Es duro como el humano,
Pero da al que lo traspasa
Olor y sangre de mayo.
La granada es el tesoro
Del viejo gnomo del prado,
El que habló con niña Rosa,
En el bosque solitario.
Aquel de la blanca barba
Y del traje colorado.
Es el tesoro que aún guardan
Las verdes hojas del árbol.
Arca de piedras preciosas
En entraña de oro vago
(…)
Mas la granada es la sangre,
Sangre del cielo sagrado,
Sangre de la tierra ida
Por la hoja del regato.
Sangre del viento que viene
Del rudo monte arañado.
Sangre de la mar tranquila,
Sangre del dormido lago.
La granada es la prehistoria
De la sangre que llevamos,
La idea de sangre encerrada
En glóbulo duro y agrio,
Que tiene una vaga forma
De corazón y de cráneo.
¡Oh, granada abierta! Que eres
una llama sobre el árbol,
hermana en carne de Venus,
risa del huerto oreado.
Te cercan las mariposas
creyéndote sol parado,
y por miedo de quemarse
huyen de ti los gusanos.
Porque eres luz de la vida,
hembra de las frutas. Claro
lucero de la floresta
del arroyo enamorado.
¡Quién fuera como tú, fruta,
Todo pasión sobre el campo!
Federico García Lorca (1898 -1936); poeta y dramaturgo

1973
Oda a la alcachofa 

La alcachofa de tierno corazón se vistió de guerrero, erecta,
construyó una pequeña cúpula, 
se mantuvo impermeable bajo sus escamas, 
a su lado los vegetales locos se encresparon, 
se hicieron zarcillos, espadañas, bulbos conmovedores, 
en el subsuelo durmió la zanahoria de bigotes rojos, 
la viña resecó los sarmientos por donde sube el vino, 
la col se dedicó a probarse faldas, 
el orégano a perfumar el mundo y la dulce alcachofa allí en el huerto, 
vestida de guerrero, bruñida como una granada, orgullosa, 
y un día una con otra en grandes cestos de mimbre,
camino por el mercado a realizar su sueño: La milicia. 
En hileras nunca fue tan marcial como en la feria, 
los hombres entre las legumbres con sus camisas blancas eran mariscales de las alcachofas, 
las filas apretadas, las voces de comando, 
y la detonación de una caja que cae, 
pero entonces viene María con su cesto escoge una alcachofa, 
no le teme,  la examina, la observa contra la luz como si fuera un huevo, 
la compra, la confunde en su bolsa con un par de zapatos 
con un repollo y una botella de vinagre hasta que entrando a la cocina la sumerge en la olla. 
Así termina en paz esta carrera del vegetal armado que se llama alcachofa 
luego escama por escama desvestimos la delicia y comemos la pacífica pasta de su corazón verde. 

2004
“Ese beso que a tiempo me pediste temblando esta noche en mis labios es granada en sazón”
Gertrudis Peñuela (1904 - 2004); poetisa, periodista y diplomática colombiana.

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